Sobre Mí

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Mi historia

Soy Ana Herrero, educadora canina y veterinaria

Desde que tengo uso de razón, los animales son mi pasión. Siempre supe que mi vida iba a estar unida a ellos, y por eso estudié Veterinaria, cumpliendo el sueño que tenía desde niña. Trabajé durante un tiempo en clínica, pero por circunstancias de la vida, mi camino profesional tomó otro rumbo y oposité, dejando temporalmente de lado el trabajo clínico.

En esos años llegaron a mi vida Tango y Lola, mis compañeros de aventuras, y me dediqué a disfrutar de ellos y a aprender de lo que significa compartir tu vida con un perro de verdad. Sin embargo, echaba de menos el contacto directo con los animales, sentir que podía ayudarles y ayudar también a las personas que los acompañan.

Bienestar, vínculo y confianza

Mi Evolución Profesional

Esa necesidad de reconectar con mi vocación me llevó a reciclarme como educadora canina, y ha sido uno de los pasos más emocionantes de mi vida. La educación canina actual ha cambiado muchísimo: hoy sabemos que para ayudar de verdad a un perro no basta con «corregir» conductas, sino que es necesario mirar su bienestar global, entender su mundo emocional y llegar al origen de los problemas.

Mi Valor Diferencial

Ser veterinaria me aporta una visión profunda y completa, que me permite ver lo que a veces pasa desapercibido y ofrecer soluciones reales y duraderas. Hoy, mi trabajo une mis dos pasiones: la ciencia y la educación canina amable, y nada me motiva más que ayudar a las personas a convertirse en los mejores amigos de sus perros.

Preguntas Frecuentes

Resuelve tus dudas sobre nuestro enfoque tetradimensional, métodos respetuosos y cómo mejorar la convivencia con tu perro.

Mi enfoque se basa en analizar al perro desde cuatro dimensiones: física, emocional, cognitiva y social. Entender su salud, vínculos, nivel de estrés y capacidades nos permite llegar al origen real del problema y no solo a su conducta externa.

A diferencia de los métodos que buscan inhibir conductas de forma rápida, mi trabajo se centra en comprender y atender la emoción que origina el comportamiento. Esto evita “tapar” el problema y garantiza un bienestar real y duradero.

Los cambios no son inmediatos ni superficiales. Requieren tiempo, compromiso y empatía, pero permiten una transformación genuina del perro: mejoran su bienestar emocional y, como consecuencia, su comportamiento.

Mi formación veterinaria me permite tener una visión biopsicosocial del perro. Puedo detectar problemas de salud que influyen en su conducta y considerar tanto el bienestar físico como el emocional en cada intervención.

Trabajo siempre desde el respeto, la escucha y la comprensión. No creo en la dominancia ni en la imposición: los perros no necesitan que los controlemos, sino que los entendamos.

El nombre refleja mi filosofía: cada proceso es un aprendizaje compartido entre el perro, su familia y yo. No se trata solo de educar al perro, sino de crecer juntos en comprensión, confianza y vínculo.

¡Estoy aquí para ayudarte!

¿Quieres mejorar la relación con tu perro? Escríbeme y empecemos este camino juntos.